¿Qué puede pasar en 30 minutos?

Todo empieza con esa mujer que está delante de ti. Su mirada fija en tu rostro parece que te esté llamando a gritos, pues no es casual que justo en ese momento decidas alzar la vista para observar, tú también, con más detalle, quiénes van a ser tus compañeros de viaje durante los casi 30 minutos que quedan para llegar a tu destino.

En general todos parecen ceñirse al patrón de siempre. En primer lugar están los que se esconden detrás de su móvil inteligente que les da poderes para desaparecer del tren, al menos mentalmente. Después están los que escuchan música, buena opción para sincronizar la banda sonora con el traqueteo. Y por último, los rara avis, también conocidos como los que optamos por leer un libro, un periódico o cualquier variante. El patrón, como decía, no puede ser más normal. Sin embargo, la anécdota siempre espera paciente en la esquina para entrar a escena.

En esta ocasión, viene vestida de familia y sus protagonistas son un hombre, una mujer y un niño. Por la forma de hablar, apostaría que son rusos. Pero en esta ocasión, el idioma pasa a segundo plano y el lenguaje universal de los gestos suple cualquier incomprensión.  El niño, que no debe de superar los 3 años, ha tardado apenas unos segundos en captar la atención de los pasajeros que nos alzamos a su alrededor como gigantes extraídos del mismo Don Quijote de la Mancha. Una sonrisa es el premio que te ofrece a cambio de mirarle, y si a esa mirada le sumas sacar la lengua, la sonrisa se intensifica y desemboca en una carcajada acompañada de palmas. Sus padres, como no podía ser de otra forma, también ríen, y junto a ellos, nos unimos a la orquesta de risas los que hemos presenciado este instante de felicidad.

Con tan sólo ladear levemente la cabeza, el escenario cambia por completo. Mi cámara ocular ha cambiado de plano y ahora me muestra a una joven sentada en el suelo que aprovecha el trayecto para prepararse el teórico de carnet de choche. «Peligros en la vía pública. La nieve» es el apartado que está leyendo. Mientras la observo, yo misma me examino preguntándome cómo debería conducir en caso de encontrarme con nieve. «Arrancar en segunda, utilizar el freno lo menos posible, conducir con marchas largas…». Bien, parece que este archivo de memoria continua funcionando.

Y recordando más normas sobre ese carnet que ya hará cuatro años que llegó a mi vida, la voz familiar del tren que anuncia las paradas indica que en la siguiente ya me toca bajar. Es hora de ponerse la chaqueta, decirle adiós al niño y saludar al nuevo día que me espera por delante.

6 comentarios en “¿Qué puede pasar en 30 minutos?

  1. Hola Laiaa!!

    Como no! Nadie como tú para sacar partido a cualquier cosa, por muy rutinaria que sea o por muy cotidiana que nos parezca. La verdad es que gracias a blogs como este, ves los secretos que se esconden tras cada instante de la vida y estos dejan de pasar desapercibidos para todos aquellos que somos lectores habituales 🙂

    Buenas noches ;*

    Edu.

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    • Muchas gracias por tu comentario, Edu! 🙂 Te animo también a escribir sobre esta realidad que nos rodea, que incluso a veces roza la irrealidad. Estoy segura de que lo harías muy bien 😉

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  2. Realidad sobre el papel!!! Descripción de algo tan cotidiano como los compañeros de tren alcanzan con tu relato vida propia. Felicidades!!! Sigue sorprendiéndonos 🙂

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