Las piezas de la vida

– ¿A dónde vamos?

– A la fábrica de la vida.

Formulando estas últimas seis palabras levantó la cabeza de nuevo e ignoró cualquier otra pregunta que le plantée para saciar mi curiosidad. ¿La vida se podía fabricar en vez de crear? ¿Dónde se encontraba aquel lugar? ¿Hablaba en serio o me estaba tomando el pelo? Con tanta duda rondando mi cabeza en corriente continua era difícil concentrarse para intentar responder al menos una, y cuando la luz ya estaba a punto de fundirse por exceso de actividad mental, un leve silbido me indicó que había llegado el momento de volver a la realidad y parar de andar.

Alcé la vista y lo único que vi fue un edificio viejo al que nadie se pararía a mirar, excepto nosotros dos. Mis ojos en seguida detectaron que la apariencia poco atractiva ahuyentaba la idea de entrar en él; mi intuición, sin embargo, me hizo suponer que en unos segundos nos encontraríamos cruzando la puerta de madera estropeada por el paso del tiempo. Efectivamente, así fue. 

El interior del edificio lo seguía viendo extremadamente viejo. «Piensa en la cantidad de años que hace que existe la vida y créeme que todo te parecerá mucho más nuevo», alegó al ver mi cara de desilusión. Sin decir nada más, se alejó, y aunque pensé en seguirlo, preferí quedarme donde estaba y dedicarme a observar ese nuevo entorno. A los pocos minutos, volvió a aparecer con una bolsa que llevaba mi nombre.

– Toma, ábrela – me dijo-. En ella encontrarás las piezas de la vida. Cada una contiene una parte de quién eres ahora mismo y la suma de todas ellas conforman lo que podríamos llamar «tu vida». Con los años verás que el contenido de la bolsa cambiará: algunas piezas permanecerán, otras se esfumarán y también irán apareciendo nuevas. Vayas donde vayas, esta bolsa siempre debe ir contigo.  

Después de más de 20 años, recuerdo exactamente las palabras  que me dijo en aquel inhóspito lugar al alcanzar la mayoría de edad. Tenía razón en todo lo que me explicó. Perdí la pieza de la inocencia y gané la de la experiencia; la cabezonería, la alegría y la tristeza han ido apareciendo y desapareciendo en función del momento. Tan sólo una ha permanecido durante todo este tiempo, la más especial de todas ellas, y también la más importante; la más pequeña, aunque la más rica en contenido. Podría recitar el texto de memoria, pero una vez más, prefiero leer ese pequeño consejo que me dieron hace mucho tiempo y que de una forma mágica quedó grabado en la pieza que sostengo ahora mismo entre mis manos: «La realidad te presentará quién eres, los sueños te revelarán quién quieres ser. Haz que ambas caras se encuentren y dialoguen para conseguir, en el presente, ser quien quieres ser».

2 comentarios en “Las piezas de la vida

  1. La lectura del texto puede ser fruto de tu magia como escritora…pero la frase final es digna del más ilustre de los filósofos!!! Felicidades!!! 🙂

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