Ficción humana entre cómics

Llovía. Las gotas golpeaban las ventanas para emprender una carrera con sus compañeras. No tenían prisa por llegar, sin embargo, una siempre iba la primera. Resbalaban, intentaban enderezar el camino, y finalmente, caían.  Atrás dejaban un lienzo digno de formar parte, por qué no, de una de las muchas historias que se escondían en el lugar que iba a visitar en unas horas: el Saló del Còmic.

IMG_8857La portada de ese gran libro de libros se hallaba en la Fira de Barcelona. Una vez pasadas las primeras páginas más introductorias, empezabas a familiarizarte con el entorno. Los que iban disfrazados eran los personajes de la historia y los había de todo tipo: guerreros, superhéroes, antihéroes y villanos. En el otro lado estaban los lectores, los que, como yo, se limitaban a observar y a tratar de comprender un argumento que hacía interactuar a R2-D2 con Deadpool ante un telón en el que se leía «Feliz cumpleaños Ibáñez». Pintoresco, sin duda, y curioso.
IMG_8868Tanto disfraz y ficción también llevaban a la paradoja de dudar de la más inmediata realidad. Esa figura que estabas viendo a lo lejos representando al sádico Saw ya no sabías si era un muñeco o una persona de carne y hueso. Por suerte era lo primero, y además, con fines económicos: financiar un proyecto.
Lo original de esta historia era que el lector decidía cuando acabarla. Una vez recorrido todo el espacio, tocaba encontrar la salida y poner punto final a la última página. Volver al mundo real no supuso un gran esfuerzo. Una gota de agua que aterrizó en mi mano me recordó que ningún personaje de los que dejaba atrás evitaría que me calase si no sacaba un paraguas. Así lo hice y así salí de aquel mundo de ficción humana que por primera vez visitaba.

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