A lo largo de la vida vamos adquiriendo títulos que nos ayudan a asumir nuevos retos en nuestra trayectoria vital. Hoy he podido acceder a una de esas titulaciones en las que, pese a no tener experiencia alguna, asumo con tal ilusión que haría falta inventarse una nueva palabra para describirla.
Han sido 9 meses de espera viéndote crecer en tus fotos en blanco y negro -también llamadas ecografías-, siendo testigo de tus patadas, y también de tus bailes en el vientre al escuchar la canción que más te gusta. Han sido 9 meses de espera que han valido la pena para que al final llegara esa llamada anhelada de una de las personas más importantes de mi vida: «Tu sobrina acaba de nacer», dice una voz que, sin duda alguna, sólo podía ser la de mi hermano.
Con el título recién sacado de «Tía novata», luciendo todavía la «L» en la espalda, he podido ver cómo has hecho uno de tus primeros pucheros, te has dormido con los brazos cruzados en señal de paz y te has alzado con un pequeño llanto para reclamar comida en brazos de tu madre. A todos estos instantes se suma el momento en el que has abierto los ojos por primera vez desde mi estancia en la habitación, y con un sucesivo pestañeo, has intentado familiarizarte con ese nuevo mundo que, para ti, acaba de nacer hoy también. Ahora toca empezarlo a dibujar, que es la mejor parte, y espero que dentro de unos años, cuando puedas leer esto, podamos compartir el bonito lienzo que han ido diseñando nuestros pinceles.
¡Bienvenida, Carla! 🙂
Sensible, dulce y lleno de esa gran magia que transmites con tu pluma. Felicidades!!!😉
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Gracias por tu comentario, Pilar! El mérito es, realmente, de la protagonista de esta historia 🙂
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