El tiempo consumía la llama al ritmo de las agujas del reloj. En cada resquicio de luz se reflejaban los deseos que dejaba escapar, los propósitos que no se hicieron realidad, los besos que no pudo dar y las historias que quedaron por contar.
También se veían en cada chispa todas las sonrisas que no llegó a esbozar, las palabras que no pudo decir, los instantes por capturar y los sueños sin cumplir.
Un buen día decidió atrapar la luz y hacerse con todo aquello que antes había perdido. Fue entonces cuando la llama empezó a consumir el tiempo.
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Que el tiempo no nos impida hacer realidad todo aquello que nos gustaría lograr. Feliz 2017 🙂