Lo que más me gusta de la noche en la montaña es el cielo. El cielo, con sus estrellas, que lo visten con su mejor gala para que debute ante las miradas expectantes de terrícolas que no entienden por qué su cielo de ciudad se empeña en esconderlas. Y ahí está una de esas terrícolas, notando cómo el frío empieza a calar su cuerpo, pero incapaz de apartar la mirada de esos puntos celestes que logran poner en duda que «noche» sea sinónimo de «oscuridad».
Sentimientos apalabrados
Cumplir años
Cumplir años siempre es sinónimo de echar una mirada hacia atrás y hacia adelante; de ver el conjunto de circunstancias y casualidades que te han hecho ser como eres en ese mismo instante; de lanzarte a diseñar nuevos proyectos que te harán un poco más sabio y mejor persona.
Destapando la caja mágica de la ciudad que nunca duerme
La había visto tantas veces en películas, cuadros y libros que era inevitable no crear en el imaginario un retrato propio de la famosa ciudad de los rascacielos, la que nunca duerme, y a la que también llaman la gran manzana.
Crónica de una carrera
Lo veo a lo lejos y empiezo a correr. No es que le haya echado de menos ni que sienta una necesidad impetuosa de estar con él, pero, aún así, debo hacerlo. Sólo sucede una vez al día, a la misma hora, y no se puede dejar escapar. Su figura cada vez está más definida, y su contorno, aunque marcado por el paso de los años, refleja a la perfección los destellos del sol.
Dos corazones y un café
Hoy va por esos corazones perdidos en cafés remotos que un día, por aquellas coincidencias del destino a las que llamamos casualidad, se encuentran.
El tiempo en la llama
El tiempo consumía la llama al ritmo de las agujas del reloj. En cada resquicio de luz se reflejaban los deseos que dejaba escapar, los propósitos que no se hicieron realidad, los besos que no pudo dar y las historias que quedaron por contar.
¡Bienvenida!
A lo largo de la vida vamos adquiriendo títulos que nos ayudan a asumir nuevos retos en nuestra trayectoria vital. Hoy he podido acceder a una de esas titulaciones en las que, pese a no tener experiencia alguna, asumo con tal ilusión que haría falta inventarse una nueva palabra para describirla.
Dejar sin alas a la superstición
Es pronto, muy pronto, de madrugada. Las marcas de las sábanas todavía están esculpidas en nuestra cara cuando entramos en el avión que da la bienvenida a nuestras vacaciones. Los movimientos rutinarios de buscar asiento y guardar las maletas ya están superados, tan sólo falta acomodarnos e intentar dormir lo que no hemos hecho durante la noche que todavía se contempla desde la ventanilla.
Como una marioneta antes de acabar el año
Como una marioneta. Así me siento a escasas horas de acabar el año. De unos hilos penden todas aquellas experiencias que han llenado de vida este 2015, que han influido a ser como soy en este mismo instante, que me han enseñado a aprender un poco más de todo y de la nada. Experiencias, al fin y al cabo, que podrían incluirse en un largo etcétera en el que seguramente necesitaría robar minutos del 2016 para poderlo completar. Sigue leyendo
Lo que no vemos
Las fotografías a veces no recogen en su totalidad la belleza de lo que está contemplando el ojo humano. Sin embargo, son también una ayuda para que, pequeñas cosas que forman parte de nuestro entorno, sean más perceptibles. Esto es con lo que me he encontrado esta mañana cuando estaba dialogando con mi cámara, tratando de entender un poco más la magia que se puede lograr combinando velocidades de obturación, aperturas de diafragma e ISOs. Sigue leyendo